domingo, 27 de septiembre de 2015

La mercè. El retorno.

   Ayer contaba en ésta entrada la primera parte de lo que fue mi Mercè, pero me dejaba en el tintero (creo que) la mejor parte del día.

   Resulta que el Museo cerraba a mediodía, esto en principio no era un problema, pero por la tarde SÍ cobraban y como necesitaba reservar las pocas pelas que llevaba para comprar algo para bebe durante el día (cuestión de prioridades), pues tuvimos que huir (aunque no sin antes responder a una encuesta sobre el museo a un guía armado con una tablet. Todo muy moderniki).

Todo muy internacional en el kiosko de donde salieron estas latas
(Nunca había visto Fanta de Mango-Maracuyá).

   Después de salir del museo iniciamos una peregrinación hacia Parc de la Ciutadella con la intención de comer tranquilos (el tupper manda), craso error, porque como era de esperar por gente con más dedos de frente que nosotros, estaba petado. Aún así encontramos un sitio agradable a la sombra y allí que nos quedamos hasta las cuatro. Nosotros no montamos en nada, pero había un montón de "atracciones" y actividades (nos quedamos intrigados con el planetario, pero una cola de una hora no entraba en nuestros planes).
De allí que nos fuimos, vagabundeando un poco, hasta que llegamos a unas casetas en la Paseo de Gràcia que resulta que eran un mercado de libros de segunda mano (aquí no me pude resistir, cayeron dos porque, para mi asombro había bastantes libros de arqueología-> Plan de ahorro fracasado). 
Pero el plato fuerte del día fue la Cavalcada de la Mercè, que es como un desfile de monstruos y gigantes, de los que precisamente vi una muestra en la visita al Palau de la Virreina (que mencioné aquí).
Tantas vueltas que dio, miedo me da la pobre persona que iba dentro.
Me recordaron bastante a los mómaros de Betanzos.

   El acto empezaba sobre las seis y teóricamente acababa una hora después, pero como pasa siempre, la teoría y la práctica no se corresponden.
Al principio
aparecía una banda de música montada (que teóricamente son la Guardia Civil. Sí, guardia montada en plan Canadá).

Muy estoicos los caballos, que no se agitaban mucho.

Nunca había visto este tipo de baile en persona.


   Además de caballos y gigantes también hay cabezudos, gente bailando, agrupaciones culturales de otros países... Y bueno, una imagen vale más que mil palabras, o sea que:



Uno de los dragones del bestiario.

Este era de los más aterradores.


Había algunos que lanzaban agua. Ya se le ve al conductor del bicho que 
nos la tenía jurada (sí sí, sufrimos un ataque acuático).


Los había tamaño adulto y tamaño chikipark.

Reparten confeti a los niños pequeños y les chocan las cinco.



   Una cosa que me sorprendió mucho es que los niños les dan sus chupetes a los gigantes para que los protejan (o algo así), pero no pude pillar ninguna foto digna como para representarlo (sí había un gigante con la mano llena de chupetes, y en el momento le dieron otro más, pero mi pulso para cirujana no vale y las fotos nítidas-nítidas no están).
Incluso había algunas figuras que se adaptan a los nuevos tiempo, como uno que llevaba una Gopro enganchada.

Renovarse o morir (la versión aceptada de Antes muerta que sencilla).

   Y la verdad es que se pasa muy bien viendo como desfilan (hay música en vivo, bailan, se ven las figuras), como te tiran confeti y como te atacan con chorros de agua.
Al final no es más que un desfile pero es muy bonito ir viendo todo, y sobretodo el ambiente (la gente lo vive).

El desfile lo cerró este primo del Drac del Parc Güell.


   Y bueno, podría seguir poniendo fotos y fotos y fotos y fotos, pero ya me estoy pasando. Sólo me queda decir que el año que viene volveré.
Pero bueno, después de esto nos volvimos a casa cansaditos como mulas (al final sí que somos ficus, porque de noche no nos sacan de casa ni con agua caliente).


No hay comentarios:

Publicar un comentario