En mi caso el principio del verano fue un chou (un show para los entendidos en inglés).
Decidimos qué día volveríamos a casa: el 22 de junio para llegar a tiempo al San Juan (no creo que haya ningún coruñés que pase sin celebrarlo), y la idea era guardar todo lo posible en Barcelona y lo restante meterlo en el coche de mis padres (que caritativamente vendrían de chófer).
Empezamos a guardar cosas en casa de amigos (especialmente las equipaciones de jugger, que se quedaron en casa de un amigo ya que en el coche no cabían).
Nos enteramos de que la residencia donde vivo tenía un servicio de consigna que a decir verdad es muy fácil de utilizar. En mi caso como me cuestiono todo lo cuestionable (y quizá un poco más), me acerqué a las oficinas de la residencia a preguntar por si acaso me estaba olvidando de algo y me explicaron el proceso: primero tienes que hacerte miembro del club de residentes, y luego tienes derecho a guardar 5 cajas que tienes que transportar tú mismo a unos de los bajos de la residencia.
Pues allá que fui una semana antes de marcharme (no soy muy previsora en éstas cosas) a hacerme socia, para eso tienes que llevar el DNI y saber en que piso vives, pero además también te hacen pagar 5 euros, que vosotros diréis que no es mucho, pero si lo miras desde la perspectiva de que los mismos ya te están cobrando el alquiler mensualmente... Pero lo que a mí me supuso un "problema" no fue eso, sino que las medidas de las cajas que debes utilizar no están delimitadas y te dicen que "no deben ser muy grandes, pero tampoco muy pequeñas" cuando preguntas qué tamaño deben de tener... En fin, en mi caso conseguí tres cajas, y a mayores utilicé un carrito de compra y una maleta.
Puede parecer que ahí pueden caber un montón de cosas, pero no.
Una vez estaba todo embalado tuvimos que vivir al estilo McGuiver (ya no teníamos platos, tenedores, vasos ni nada), pero bueno, estábamos muy positivos porque al fin volvíamos a casa.
Al día siguiente iban a venir a buscarnos en coche para volver a la costa verdecente y empezamos una partida de tetris en la vida real, vamos, que todo lo que no había cabido en las cajas tenía que volver con nosotros a casa...
Sentimos en nuestras carnes cómo se siente el enterrarse vivo.
Fueron aproximadamente doce horas de trayecto, pero como "Sarna con ghusto non pica" íbamos muy felices ante la idea de volver a casa (aunque más de uno se durmió más de la mitad del trayecto), emocionándonos cada vez más al ver que nos acercábamos a casa (a mi especialmente me encanta cuando pasamos por el meridiano de Greenwich y cuando pasamos por León y veo esas explanadas tan tremendas).
Y así fue como le pusimos punto final a Junio y empezamos la temporada de vacaciones.
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