Es difícil adaptarse a un sitio nuevo cuando llegas por primera vez, al menos en mi caso. Me di cuenta por las malas de que no es lo mismo estar dos semanas de vacaciones en Barcelona (o en la China, o vamos, en cualquier parte) que tener que vivir ahí, en el primer caso todo (por norma general) son buenas experiencias y buenas impresiones, buena gente y en definitiva, sólo estímulos positivos; el segundo caso es... hostil.
(Las primeras visitas siempre traen sorpresas, todo es interesante. Hay arte, monumentos... Barcelona imanta)
En mi caso yo llegué con mucha ilusión, ya había estado aquí antes y había visto las cosas más típicas y no me podía quejar, incluso me había gustado: la trampa estaba en que en ningún momento de mi primer viaje a Barcelona (años antes de saber que el universo me iba a arrastrar hasta allí) salí de mi burbuja (de hecho visité la ciudad en compañía de Ana y las respectivas hermanas mayores que se encargaban de todo), es decir, nunca me tocaba a mí esforzarme por comunicarme, ni pelearme con los mapas, ni nada; con lo cual volví a mi casa pensando que Barcelona era el mejor sitio para visitar. Pero la verdad es que cuando te toca viajar más de mil kilómetros para enfrentarte tú solo a una ciudad nueva las cosas no son de color de rosa.
Para empezar en mi caso crucé la Península después de tener que despedirme de todas las personas que había conocido, es decir, además de tener que adaptarme a un sitio nuevo no contaría con la compañía de nadie (al menos no físicamente, pero para eso existe Skype, no?), ¿qué significa eso? Pues que la burbuja que mencioné antes se rompe, de repente, después de estar 18 años bajo el ala de tus padres (o de quien sea) tienes que enfrentarte tú solo a todos los problemas.
Empiezas a darte cuenta de que la compra no se hace sola y que mucho menos salta al cazo, que las lavadoras no son sólo aptas para padres con un máster en coladas, que puede que enfermes (y nadie te ayudará) y que en definitiva no puedes simplemente vegetar. Tienes que moverte y en caso de que la cagues, nadie te va a sacar las castañas del fuego.
Después, lo normal es que cada sitio tenga sus propias costumbres. Y creedme cuando digo que por mucho que dos Comunidades estén en la misma península eso no significa que las diferencias entre ambas sean pequeñas. Te das cuenta de que no se come lo mismo (¿dónde puedo encontrar un plato de pulpo con un precio normal?), el clima no se parece en nada (en Galicia llueve mucho, y quien diga lo contrario miente, y es cierto que nos quejamos, pero no sabemos vivir sin ella. Mientras, en Barcelona no cae una gota...), las cosas no valen lo mismo (comparad precios y alucinaréis) y por raro que parezca, algo tan simple como el sentido del humor tampoco es el mismo (en Barcelona creen que la retranca es un marisco gallego y que se come) y muchísimas cosas más de las que sólo te das cuenta cuando te mudas.
Y por último, el caso del idioma. Cuando decidí (como ya dije, de manera bastante impulsiva) cambiar radicalmente de aires y venir a Barcelona es cierto que no pensé mucho en los quebraderos de cabeza que me podría traer el catalán... La que sí se dio cuenta fue mi señora madre, que me insistía en que aprendiese catalán antes de mudarme, y la verdad es que le hice caso pero a medias, en el mes y medio escaso que me quedaba antes de hacer la maleta tenía poco margen de actuación, así que en vez de apuntarme en una academia como las personas normales, me compré un libro sobre el idioma y me lo estudié (no muy a fondo) antes de venir y... me arrepiento bastante de no haber aprendido más. Cuando llegas aquí todos dan por sentado que hablas catalán, da igual que sea en la calle o en la universidad, te van a hablar catalán y va a ser tu problema entenderlo o no (aunque cuando visites la universidad el profesor de turno que haga la presentación de tu grado te asegurará que si lo pides te hablarán en castellano, y que pronto estarás hablando catalán: lo siento, pero son mentiras).
(Bueno, el catalán visto así escrito no es tan difícil).
Yo pasé mis fases de adaptación con el catalán en la universidad... Al principio era todo callar y escuchar, no entiendes casi nada (a menos que esté escrito) pero es lo que toca, tu te lo has guisado y ahora debes comértelo (en mi caso, de 10 asignaturas, una se impartió en castellano, y creo recordar que sólo había modelo de examen en castellano en ésa misma y en otra más).
Luego conoces a más gente en tu situación, os juntáis y pensáis que quizá no sean pocas las personas que tropiezan con el idioma y os atrevéis a pedirle a algún profesor que si por favor puede impartir la clase en castellano, lo cual es perder el tiempo porque en el 90% de los casos te darán un discurso que lo que al final te va a decir es que están en su derecho de hacerlo en el idioma que quieran (aunque seguro que hay de todo, y alguno habrá que si se lo pides darán la clase en castellano).
Y vuelves a la fase uno... Aunque con el tiempo, y aunque no sepas hablar sí que sabes lo que están diciendo (que no es poco avance).
Luego, fuera del ámbito de la universidad... Pues como en todas partes, hay de todo, porque de igual manera que te puedes encontrar gente que entienda tu problema, puedes encontrarte con gente que se negará a ayudarte (he tenido que sufrir varias veces el que no te respondan porque pretendan que les hables en un idioma que no sabes).
Antes de que nadie suelte a los perros, yo creo que están en su derecho de dar clase/ expresarse en el idioma que les de la gana, soy la primera que defiende que lengua es cultura y que al fin y al cabo es una parte de la identidad de cada uno, pero dadas mis circunstancias no puedo evitar sentir abandono en este sentido y simplemente tengo que decirlo.
Al final lo que pasa es que te sientes desarraigado, es a partir de ahí cuando comprendes cosas como los poemas de emigración que son tan de la tierra de la morriña. Te planteas cosas que antes dabas por sentadas y al final aprendes de los errores.
He sacado en limpio que si vas a vivir en un sitio con dos idiomas, te los aprendas por lo que pueda pasar, porque si no te vas a poder comunicar al final lo que vas a sentir es impotencia y frustración (y cuando termina el curso te ves celebrando un año más, un año menos de martirio). Y también que antes de nada, comprendas que por muy cerca de casa creas que vayas la gente tiene costumbres distintas.
Vamos, que no puedes luchar contra los elementos, en vez de ser intransigente, mi consejo es que te amoldes a la nueva maceta. Al final "Nunca choveu que non escampase" como se dice por Galicia... Los humanos somos tozudos y adaptables y por difíciles que puedan parecer las cosas, si se es valiente todo se supera.
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